
Cáceres y Trujillo


Cáceres / LIFE SPAIN
Cáceres y Trujillo no son solo escenarios monumentales, también son territorios donde las tradiciones respiran. Conoce estas dos
ciudades a través de sus fiestas, folclore, saberes y artesanías.
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Panel festividades
Descubre algunas festividades que se viven en comunidad

Cáceres / LIFE SPAIN
Saberes ancestrales
La relación entre los habitantes de Cáceres y Trujillo y su entorno natural viene de muy lejos. Desde los vetones —pueblos prerromanos que entendían la naturaleza como un recurso vital para la vida cotidiana— hasta la actualidad, los conocimientos sobre plantas, remedios y usos del entorno han sido transmitidos de generación en generación, adaptándose a cada etapa histórica.
En tiempos de Norba Caesarina (Cáceres) y Turgalium (Trujillo), los romanos usaban las plantas tanto con fines decorativos como curativos.
Recolectaban romero, del que extraían alcohol para aliviar dolores musculares; manzanilla, para calmar problemas digestivos y como sedante; o diferentes tipos de jara, usada junto con el cerato para tratar llagas y quemaduras. También hervían especies como la clorofila para combatir la ictericia y la fatiga.
Con la llegada del mundo musulmán en el siglo X, el conocimiento sobre la botánica medicinal se profundizó gracias al desarrollo científico.
Se valoraban los pétalos de rosa, que se secaban y pulverizaban para hacer colirios o se cocían en vino para aliviar dolores de cabeza y encías. El cultivo de la lechuga tenía múltiples usos: calmar dolores, conciliar el sueño o cortar la sed. También destacaban el ajo, como antiséptico natural, y las lentejas, por su valor nutritivo. El higo seco era usado para limpiar los riñones y tratar afecciones de garganta y pecho.
Durante la Edad Media y Moderna, estos conocimientos quedaron en manos del pueblo. Las curanderas rurales, mujeres con profundo vínculo con el entorno, conocían qué plantas sanaban y cómo aplicarlas.
En muchos pueblos extremeños eran referentes: componían huesos, bajaban fiebres, curaban picaduras y heridas, y lo hacían con saberes heredados oralmente. Hasta finales del siglo XX, no era raro encontrar en cada municipio una curandera con su propio “herbolario” natural. Hoy, en algunas zonas rurales, aún persiste esta memoria viva.
Este legado, arraigado en la tierra y en el tiempo, forma parte del patrimonio intangible de Cáceres y Trujillo. Un saber que no solo nos conecta con la historia, sino también con una forma más consciente de habitar el mundo.