La bota y el botijo, una artesanía sostenible y refrigerante

La bota y el botijo.

Con estos calores, lo que más apetece es beber algo fresco… y qué mejor que echar un trago de historia, oficio y artesanía sostenible. No son solo objetos tradicionales: son símbolos de una forma de vida que cuidaba el entorno, aprovechaba los recursos naturales y transmitía saberes de generación en generación.

🍷 La bota: entre cabras, vino y Don Quijote

El origen de la bota de vino como recipiente se pierde en el tiempo. Aparece mencionada incluso en clásicos literarios como Don Quijote de La Mancha, donde el ingenioso hidalgo destroza a mandobles enormes botas de vino creyendo que son gigantes.

El oficio de botero no siempre estuvo vinculado al mundo rural. Hasta hace apenas unas décadas, existían talleres activos en el mismo corazón de Madrid. Tradicionalmente, la materia prima era la piel de cabra, más fácil de trabajar. Tanto el curtido como el cosido se realizaban de forma completamente manual.

Hoy, parte del proceso se ha mecanizado, pero aún se conserva un alto grado de elaboración artesanal, como el unte de pez, una resina natural que impermeabiliza la piel desde el interior. Cada bota es una pequeña obra de resistencia, ingenio y tradición.

💧 El botijo: barro fresco y sabiduría popular

El botijo no se queda atrás. Su historia también se remonta a tiempos remotos. El ejemplar más antiguo encontrado en la Península Ibérica procede de la necrópolis de Puntarrón Chico, en Beniaján (Murcia).

Su funcionamiento es una lección de sostenibilidad y física aplicada: el agua se mantiene fresca gracias a la porosidad del barro cocido, que permite una exudación constante. Este sencillo mecanismo era fundamental antes de la invención de los sistemas de refrigeración modernos.

Hoy, el botijo ha pasado de ser un utensilio cotidiano a un objeto de diseño y decoración, símbolo de una España que no olvida su ingenio artesanal. Algunas piezas se reinventan con nuevos esmaltes, formas estilizadas o como soportes para reinterpretaciones artísticas contemporáneas.

♻️ Tradición, sostenibilidad y diseño

Tanto la bota como el botijo son ejemplos vivos de economía circular tradicional: uso de materiales naturales, técnicas transmitidas oralmente y objetos duraderos. En un contexto de emergencia climática, recuperar estos objetos no es solo una cuestión de nostalgia, sino también de inteligencia ambiental y cultural.